Más potente
Más potente
Más potente, más fuerte, más estridente
En los autistas todo es más poderoso, sea lo contento o lo doloroso.
Cuando nos gusta algo, ¡No se imaginan que tanto!
Y cuando nos disgusta, no hace falta hablarlo. Nuestros gestos, de por sí ya parcos
Muestran el desgano, la rabia, el enojo o el desencanto.
Cuando hay alegría, inmensa, se nos hincha el alma, se infla como un globo el pecho
Pero explota para dentro: Taquicardia, sentimientos adentro, mirada al piso o al cielo,
Sudoración, temblor, alegría. Nadie sabría que por tales síntomas estamos henchidos, felices.
No hay abrazo, ni risa, ni saltos. Todo sucede por fuera de la vista. Por dentro pero con mucha fuerza.
Cuando se es autista todo es más fuerte, hasta el miedo o la obsesión con la muerte.
Los olores son más fuertes.
Los sonidos son más fuertes. Estridentes.
El gusto es más potente.
El dolor duele fuerte, potente, duro, macizo, golpea, hierro fundido, plomo pesado, hierro candente, arena fina al hombro. Papel lija o estiércol al sol.
Y lo que nos gusta, nos gusta hasta el fin del mundo. Como para repetir hasta que llegue el nunca jamás.
Lo que odiamos no lo soportamos ni un segundo.
No es capricho. No lo soportamos. Nos enferma. Nos encierra en una jaula de leones.
Nos hacen un cerco con temores. Sean reales o no, son ciertos para nosotros, y eso es lo que cuenta.
Y lo que nos disgusta. ¡Ay!, por favor. No nos lo muestren ni en fotografía. Doy la vida para que no exista. Me corto una mano para librarme de tenerlo a la vista. Cierro los ojos y armo mi propio mundo, donde aquello no se me aparezca.
Porque cuando hay amor hay idolatría. Y cuando hay odio hay casi temor. No hay punto medio. O es amor u odio. Es uno o dos. Jamás cero y no piensen en un promedio.
Blanco o negro.
Lo agradable es para repetirlo. Para vivirlo. Para sentirlo, imaginarlo y recrearlo mil veces de nuevo una vez terminado. Y seguir soñando con que se repita. Y cada vez que se pueda, reiterarlo.
Hacerlo, verlo, leerlo, escucharlo, sentirlo y repetirlo, así, así, así, hasta el fin de los siglos, hasta que muramos de tanto repetirlo. Es bonito, es seguro, es dócil, es fácil. ¿Por qué no repetirlo?
Repetirlo, reiterarlo, volver a hacerlo y volver a repetirlo.
Todo en los autistas es más fuerte. Más potente.
El amor, el odio, los gustos, lo que sentimos y lo que hablamos. No podemos ser diversos. Más bien somos monotemáticos.
Hacemos, hablamos y comemos de lo mismo.
La reiteración es lo nuestro.
Pero tengan en cuenta:
Todo lo que cogemos es porque nos gusta, y lo que soltamos ya no lo recibimos de vuelta.
Todo lo que hacemos, vivimos y sentimos es blanco o negro. Uno o dos, nunca en el medio. Izquierda, derecha, jamás en zigzag.
Nada es blando, ni medio, ni tibio.
Todo es más fuerte o más potente.
Allí está nuestra fortaleza.
(Y también nuestra principal debilidad).