Me sublevo
Me sublevo contra la democracia de la muerte
Hoy más que nunca me confabulo contra la muerte Esa filosa, tajante y aplastante mujer muda Unas veces tan roja como lava de efervescentes volcanes En otras ocasiones tan blanca como la palidez de la nieve.
A veces llega como un rayo y en mili segundos apaga la vela En otras se hace esperar meses, mientras sentada espera Segura de que en el resultado no cabe la suerte Siempre en todos los casos el final es la muerte
No interesa si llega temprano o llega tarde Aunque te vanaglorias de ser democrática A veces no debiste llegar a ciertos seres O por su edad, o por la manera, o simplemente porque no. Manía tuya de actuar en modo manual y en modo automática.
Tu llegada, pues, unas veces se presiente Y en otras apenas si se siente A veces llegas de repente En otras abusas de los pacientes
Y después... cierto. Ya nada se siente ¿Pero que de mi cuerpo y de mi mente? Mis manos blancas y mis brazos ¿Qué los hiciste? ¿Por qué materia orgánica, putrefacta los volviste?
A donde van mis dientes, mi ombligo En que quedan los sitios donde siento cosquillas No me digas que son estupideces lo que digo y que sólo seré huesos, costillas...
¡Vete! Ve a tu aposento, allá tu en tu hueco negro, escondida Yo sigo acá con mi vida Usando la salvación que usan mis congéneres: Saber que existes en una galaxia lejana Y que te ensañas con otros seres.
No a mí.
O por lo menos, por consuelo, en un futuro muy lejano Abrirás la puerta de la nave con mi turno en tu huesuda mano
(Maldita villana, sueles visitar cuando uno menos te espera).